SCRIPTURAE PRIMUM ET SOLUM
LA PREDICACIÓN QUE SALVA VIDAS
"Y estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin"
(Mateo 24:14)
La predicación es un pregón
La palabra griega que se traduce como "predicación" es "κηρύσσω" (kēryssō) (Concordancia Strong (G2784)): "Anunciar como pregonero público". La predicación es una proclamación pública(un pregón). Aunque la predicación es una enseñanza simple predicada, no debe confundirse con la enseñanza pedagógica de las enseñanzas básicas de la Biblia, mencionadas en Mateo 28:20, donde Jesucristo pide a sus discípulos que enseñen a los recién bautizados a darles un buen entrenamiento bíblico: "enseñándoles a observar todas las cosas que yo les he mandado" (Mateo 28:20) (enseñándoles: (διδάσκω (disdasko)(Concordancia Strong) "Enseñar" (G1321)). Podemos tomar dos ejemplos bíblicos simples que muestran la simplicidad de un mensaje predicado, a menudo con una declaración simple, y una enseñanza en forma de discurso:
Predicación: "Desde entonces Jesús comenzó a predicar (kēryssō) y a decir: “Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos se ha acercado”
(Mateo 4:17). En Lucas 10:9, cuando Jesucristo envía a 70 de sus discípulos a predicar delante de él, les da exactamente el mismo tema simple de proclamación: "el reino de los cielos se ha acercado".
La enseñanza en forma de discurso: "Cuando vio las muchedumbres, subió a la montaña; y después que se sentó, vinieron a él sus discípulos; 2 y él, abriendo la boca, se puso a enseñarles (disdasko), diciendo" (Mateo 5:1,2). Por lo tanto, el Sermón del Monte no es una mera proclamación pública, sino una enseñanza pedagógica bíblica en forma de un discurso público de aproximadamente media hora (en este caso).
Jesucristo envía a sus discípulos a predicar
La predicación es mucho más fácil simple que una enseñanza. Estos son los consejos que Jesucristo dio a un grupo de discípulos que iba a enviar a predicar delante de él:
"A estos doce Jesús los envió, dándoles estas órdenes: “No se vayan por el camino de las naciones, y no entren en ciudad samaritana; sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’. (...). Recibieron gratis; den gratis. No consigan oro, ni plata, ni cobre para las bolsas de sus cintos, ni alforja para el viaje, ni dos prendas de vestir interiores, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su alimento. En cualquier ciudad o aldea que entren, busquen hasta descubrir quién en ella es merecedor, y quédense allí hasta que salgan. Al entrar en la casa, salúdenla; y si la casa lo merece, venga sobre ella la paz que le desean; pero si no lo merece, vuelva sobre ustedes la paz de ustedes. Dondequiera que alguien no los reciba ni escuche sus palabras, al salir de aquella casa o de aquella ciudad, sacúdanse el polvo de los pies" (Mateo 10:5-14).
En las "órdenes" que Jesucristo dio a sus discípulos, observamos 5 instrucciones simples:
- Jesucristo establece el territorio o el área que se cubrirá para la predicación (versículos 5 y 6).
- Jesucristo establece el tema de la proclamación, que pueda provocará conversaciones (versículo 7): "El reino de los cielos se ha acercado".
- Jesucristo pide especialmente que esta predicación no se use para un propósito financiero o comercial: "Recibieron gratis; den gratis" (Versículo 8).
- Jesucristo entonces da más instrucciones materiales y relacionado con el comportamiento, con las personas hospitalarias que los recibirán (Versículos 9-13).
- Jesucristo explica que en caso de rechazo, es aconsejable no insistir o "sacudir el polvo de los pies" al salir de la casa o de la ciudad, poniendo el juicio en manos de Dios: "En verdad les digo: En el Día del Juicio le será más soportable a la tierra de Sodoma y Gomorra que a aquella ciudad" (Mateo 4:15).
Jesucristo predica a una mujer samaritana
Para tener una idea más precisa de lo que se puede decir en el contexto de la predicación, veamos cómo Jesucristo predicó a una mujer samaritana, de una manera muy informal:
"7 Llegó una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dijo: “Dame de beber”. 8 (Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar víveres.) 9 Por lo tanto, la mujer, la samaritana, le dijo: “¿Cómo es que tú, a pesar de ser judío, me pides de beber a mí, que soy mujer samaritana?”. (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) 10 En respuesta, Jesús le dijo: “Si hubieras conocido la dádiva gratuita de Dios, y quién es el que te dice: ‘Dame de beber’, tú le habrías pedido, y él te habría dado agua viva”. 11 Ella le dijo: “Señor, ni siquiera tienes un cubo para sacar agua, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes esta agua viva? 12 Tú no eres mayor que nuestro antepasado Jacob, que nos dio el pozo y que bebió de él él mismo junto con sus hijos y su ganado vacuno, ¿verdad?”. 13 En respuesta, Jesús le dijo: “A todo el que bebe de esta agua le dará sed otra vez. 14 A cualquiera que beba del agua que yo le daré de ningún modo le dará sed jamás, sino que el agua que yo le daré se hará en él una fuente de agua que brotará para impartir vida eterna”. 15 La mujer le dijo: “Señor, dame esta agua, para que ni tenga sed ni siga viniendo acá a este lugar a sacar agua”. 16 Él le dijo: “Ve, llama a tu esposo y ven a este lugar”. 17 En respuesta, la mujer dijo: “No tengo esposo”. Jesús le dijo: “Bien dijiste: ‘No tengo esposo’. 18 Porque has tenido cinco esposos, y el que ahora tienes no es tu esposo. Esto lo has dicho verazmente”. 19 Le dijo la mujer: “Señor, percibo que eres profeta. 20 Nuestros antepasados adoraron en esta montaña; pero ustedes dicen que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar”. 21 Jesús le dijo: “Créeme, mujer: La hora viene cuando ni en esta montaña ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. 22 Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación se origina de los judíos. 23 No obstante, la hora viene, y ahora es, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren. 24 Dios es un Espíritu, y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad”. 25 La mujer le dijo: “Yo sé que el Mesías viene, el que se llama Cristo. Cuando llegue ese, él nos declarará todas las cosas abiertamente”. 26 Jesús le dijo: “Yo, el que habla contigo, soy ese" (Juan 4:7-26. Para el estudio del texto, los números que marcan los versículos se dejaron).
- Jesucristo provocó una doble situación inusual (versículos 7-9): era judío y habló en público con una mujer samaritana. Los judíos y los samaritanos se odiaban tanto que en aquel entonces, para insultar a uno de sus compatriotas, a veces se lo trataba de "samaritano" (véase Juan 8:48, es interesante notar que la ilustración del "Buen Samaritano" encaja claramente con el propósito de Cristo, de denunciar sutilmente este racismo religioso judío antisamaritano (Lucas 10:25-37)). Además, Jesucristo habló en público a una mujer, lo que no era usual. En Juan 4:27, está escrito que incluso sus discípulos "se admiraba de que hablaba con una mujer". Sea como fuere, en el versículo 16 Jesucristo le pidió a la mujer que llamara a su esposo para continuar la conversación. Si bien Jesucristo siempre tuvo una actitud casta hacia las mujeres, respetó las costumbres relacionadas con las relaciones entre hombres y mujeres y, por supuesto, la moral bíblica.
Por lo tanto, es importante no tener prejuicios sobre las personas que vamos a predicar. Jehová Dios y Jesucristo aman a todos los pueblos y seres humanos de todas las razas, tanto hombres como mujeres (Hechos 10:34 "Dios no es parcial").
- Jesucristo continuó después del primer efecto de sorpresa, agregando algo extraño (versículos 10-15): puede darle agua, aunque no tiene ni siquiera un cubo (versículo 10). Por supuesto, se trataba de agua espiritual, simbólica. Sin pensar necesariamente que la mujer samaritana carecía de perspicacia, porque no sabía quién era él que le hablaba y de qué manera (simbólica) lo hacía, le señaló que no tenía un cubo. Sin embargo, sin llamar la atención sobre su falta de discernimiento, Jesucristo le dijo algo completamente extraño desde un punto de vista humano: puede darle agua con la cual nunca volverá a tener sed. Uno puede imaginarse fácilmente a la mujer samaritana mirando a Jesucristo, con los ojos abiertos como platos y la boca abierta, respondiendo: "Señor, dame esta agua, para que ni tenga sed ni siga viniendo acá a este lugar a sacar agua". Claro, la mujer aún no había entendido que Jesucristo estaba hablando simbólicamente. Jesucristo había alcanzado la meta que se había fijado: llamar su atención.
Primero, para captar la atención, se puede usa frases simples que tal vez puedan sorprender (siendo de buen gusto). Es necesario despertar esta curiosidad innata a los seres humanos, para que puedan reaccionar y así provocar conversaciones espiritualmente interesantes. El segundo punto es que Jesucristo no reprendió a la mujer samaritana cuando ella no entendía su manera de hablar, seguía su objetivo, despertar su atención al crear un terreno común entre él y ella.
- Jesucristo felicitó a la mujer samaritana por su discernimiento y ella se dio cuenta de que él era un profeta (versículos 16-19): cuando él le pidió que fuera a buscar a su esposo para continuar la conversación, la samaritana respondió que no estaba casada (vivía con un hombre sin estar casada). Todavía uno puede imaginarse fácilmente el asombro de la mujer samaritana cuando Jesucristo, después de felicitarla por su buena respuesta, le dio detalles de sus situaciones familiares anteriores y su situación familial actual. Ella le contestó: "Señor, veo que eres un profeta".
Anteriormente, descubrimos que Jesucristo no reprendió sistemáticamente al samaritano por su falta de discernimiento. Sin embargo, en este caso, Jesucristo la felicitó por su buena respuesta. En el contexto de una conversación, mientras se da prioridad a los puntos de acuerdo, es bueno descartar temporalmente los desacuerdos y enfatizar los puntos comunes para crear una atmósfera de confianza. Debemos comunicarnos en igualdad de condiciones con nuestro prójimo. En Juan 4: 6 está escrito que Jesucristo estaba muy cansado y estaba sentado "tal como estaba" junto a la fuente. No está escrito que Jesucristo se levantó para hablar con la mujer samaritana. Imaginamos la escena, Jesucristo sentado, muy cansado y la mujer samaritana, de pie, mirando hablando al hombre el más importante de la tierra. Por lo tanto, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, cuando predicamos a nuestro prójimo, debemos evitar cualquier actitud condescendiente, tenemos que siempre ser humildes y modesto para con nuestro prójimo como a iguales, para fomentar una atmósfera agradable, quizás amigable.
- Jesucristo se negó a polemizar (Versículo 20-22): La mujer samaritana abre una controversia sobre los diferentes lugares de adoración de los judíos y de los samaritanos (versículo 20). Jesucristo no entró en controversia, pero le dijo que ahora y en adelante la verdadera adoración ya no dependería de un lugar sagrado en particular (versículo 21). Después de haber descartado esta controversia sin importancia, Jesucristo, sin embargo, expuso la verdad con firmeza (versículo 22): "Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación se origina de los judíos". La salvación viene de los judíos en el sentido de que de este pueblo (y no del pueblo samaritano), vino el principal medio de salvación eterna: Jesucristo (Juan 14:6).
Es importante equilibrar el hecho de evitar entrar en controversia innecesariamente, pero también la necesidad absoluta de exponer la verdad bíblica, como lo hizo Jesucristo en este caso.
- Jesucristo habló de "verdaderos adoradores" (versículos 23 y 24): la expresión "verdaderos adoradores" tiene la ventaja de su gran simplicidad: somos o no somos. Tal como dijo Jesucristo, solo hay dos alternativas, una que conduce a la vida y la otra a la destrucción (Mateo 7:13,14,21-23). Del mismo modo, solo hay dos categorías de adoradores: la verdadera y la falsa. Los verdaderos adoradores han sido nombrados por la divina providencia: cristianos: "y, al hallarlo, lo trajo a Antioquía. Así sucedió que por un año entero se reunieron con ellos en la congregación y enseñaron a una muchedumbre bastante grande, y fue primero en Antioquía donde a los discípulos por providencia divina se les llamó cristianos" (Hechos 11:26). Es poco antes de la Gran Tribulación que Jesucristo hará la diferencia entre "cristianos verdaderos" y "cristianos falsos" (Mateo 7:21-23). Lo que significa que si uno reemplazara la palabra adoración con la palabra genérica y no bíblica "religión", la situación se volvería más compleja (y lo es): de hecho, ¿cómo reconocer la "verdadera religión" entre millones de otras religiones? Es mejor permanecer en la simplicidad de la palabra "verdaderos adoradores", usado por Cristo, o "cristiano" usado en el libro de los hechos (con providencia divina). Claro, Jesucristo predicó un mensaje, las buenas nuevas, en lugar de una "religión" (palabra genérica no bíblica).
Por otro lado, Jesucristo ha demostrado que es Dios quien "busca los verdaderos adoradores", por medio de la predicación humana, es Él quien está edificando a Su pueblo: "En aquel tiempo los que estaban en temor de Jehová hablaron unos con otros, cada uno con su compañero, y Jehová siguió prestando atención y escuchando. Y un libro de recuerdo empezó a ser escrito delante de él para los que estaban en temor de Jehová y para los que pensaban en su nombre" (Mateo 24:14, Malaquías 3:16). Prediquemos a la futura gran munchedumbre que sobrevivirá a la gran tribulación en el día de Jehová (Joel 2:1,2).
¿Cómo hacer?
Esta es una pregunta final: imitemos a Jesucristo, sus discípulos, pero también a la mujer samaritana: "Ahora bien, muchos de los samaritanos de aquella ciudad pusieron fe en él a causa de la palabra de la mujer que había dicho en testimonio: “Me dijo todas las cosas que hice”. Por eso, cuando los samaritanos vinieron a él, se pusieron a pedirle que se quedara con ellos; y él se quedó allí dos días. Por consiguiente, muchos más creyeron a causa de lo que él dijo, y empezaron a decir a la mujer: “Ya no creemos a causa de tu habla; porque hemos oído por nosotros mismos y sabemos que este hombre es verdaderamente el salvador del mundo" (Juan 4:39-42).
La mujer samaritana predicó, y su simple predicación fue tan poderosa que, gracias a la bendición de Dios, un pueblo entero salió al encuentro de Jesucristo y empezaron a tener fe en él. Hay que hacer como la mujer samaritana, predicar actualmente a los miembros de la familia, a los amigos y especialmente a aquellos que no tienen internet. Hay que predicar en su entorno, pero también usar los medios de comunicación disponibles, para predicar que el "Día de Jehová está cerca" (Joel 2:1,2). Hay que usar la Biblia para apoyar las declaraciones, ya sea citando textos bíblicos de memoria o en esencia, o leyendo directamente. Además de predicar a quienes no tienen Internet, no dude en usar las redes sociales, en creaciones de sitios bíblicos, blogs, Twitter, Facebook... Para predicar las Buenas Nuevas a todas las naciones antes de que llegue el fin ( Mateo 24:14). Al hacer lo mejor que pueda, Jehová Dios no dejará de bendecir su actividad de predicación, y le otorgará vida eterna en el futuro paraíso en la tierra: "Porque Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que mostraron para con su nombre, por el hecho de que han servido a los santos y continúan sirviendo" (Hebreos 6:10). Que Dios bendiga su actividad de predicación a través de Cristo.